Cornel Hrisca-Munn nació en Rumania en 1991, sin antebrazos y con la pierna derecha gravemente deformada.
Su madre gritó de horror al verlo.
Un médico le dio días de vida, por lo que nunca se emitió su acta de nacimiento. En su lugar, incluso antes de su primer alimento, fue llevado a un orfanato en el campo rumano. Allí fue arrojado en un catre de metal con un inmundo colchón, en una habitación vacía repleta de otros niños no deseados o con discapacidad.
De alguna forma Cornel se la arreglo para sobrevivir siete meses allí, hasta que un médico visito el lugar y constato su necesidad de tratamiento. Hizo una llamada a una mujer británica que, por casualidad, estaba allí como parte de un proyecto de ayuda, y en cuestión de meses, el futuro sombrío de Cornel se había transformado en uno de esperanza.
Hoy en día esta estudiando filosofía y teología, en la Universidad de Oxford y se ha unido a una gran variedad de grupos como la Unión Cristiana y a una orquesta de jazz, donde toca la batería.
Él usa una pierna ortopédica y se las arregla con sus brazos. "No dejo que mi discapacidad física se interponga en mi camino", dice con firmeza. "Yo siempre encontraré soluciones a lo que no puedo hacer. Soy un luchador".
Sus padres adoptivos, Doreen y Ken Munn, que también tienen cuatro hijas, no tienen ninguna duda de ello. Y mantienen los ojos abiertos de asombro ante los logros de Cornel.
Su madre gritó de horror al verlo.
Un médico le dio días de vida, por lo que nunca se emitió su acta de nacimiento. En su lugar, incluso antes de su primer alimento, fue llevado a un orfanato en el campo rumano. Allí fue arrojado en un catre de metal con un inmundo colchón, en una habitación vacía repleta de otros niños no deseados o con discapacidad.
De alguna forma Cornel se la arreglo para sobrevivir siete meses allí, hasta que un médico visito el lugar y constato su necesidad de tratamiento. Hizo una llamada a una mujer británica que, por casualidad, estaba allí como parte de un proyecto de ayuda, y en cuestión de meses, el futuro sombrío de Cornel se había transformado en uno de esperanza.
Hoy en día esta estudiando filosofía y teología, en la Universidad de Oxford y se ha unido a una gran variedad de grupos como la Unión Cristiana y a una orquesta de jazz, donde toca la batería.
Él usa una pierna ortopédica y se las arregla con sus brazos. "No dejo que mi discapacidad física se interponga en mi camino", dice con firmeza. "Yo siempre encontraré soluciones a lo que no puedo hacer. Soy un luchador".
Sus padres adoptivos, Doreen y Ken Munn, que también tienen cuatro hijas, no tienen ninguna duda de ello. Y mantienen los ojos abiertos de asombro ante los logros de Cornel.
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