lunes, julio 12, 2010

Otra Carta para Ingrid

Carta a Ingrid Betancourt
Por Andrea Urbina Trujillo

Buenas tardes Señora Ingrid Betancourt


Observando las actuales circunstancias sobre la demanda que su familia y usted han entablado contra el estado colombiano, no tengo menos que escribir esta carta para manifestarle mi indignación, desconcierto y dolor por su arrogante y desfachatada actitud.


Soy hija de un militar retirado del glorioso ejército colombiano, y estuve casada con un oficial de la misma fuerza; soy terapeuta ocupacional, y he atendido personalmente los soldados mutilados víctimas de minas, de artefactos explosivos y en general de todas las lesiones físicas y mentales de la guerra; he visto cara a cara las mamás de los soldados muertos en combate, cuando reciben orgullosamente la bandera de nuestra hermosa patria, a cambio de los cadáveres de sus hijos; he rezado también para que ellos no vuelvan a ser víctimas de la guerrilla, y para que no tengan que exponer su vida defendiéndonos de los malvados. Me sé desde la cuna la oración patria, el himno al soldado y el toque de la corneta cuando entierran un militar. He pasado noches rezando por los militares que adornan mi familia, por su seguridad, y porque puedan hacer bien su trabajo, y cuidarla a usted y a sus hijos, y a mí y a mis hijos.


Por usted señora, también rece; rece por sus lindos hijos, para que pronto pudieran dormir en su compañía… rece por su esposo de entonces, por su ex esposo y por su madre, para que tuvieran fuerza, paciencia y tranquilidad, mientras mis amigos los soldados de Colombia, planeaban y llevaban a cabo la operación que nos la trajo a la libertad.


Por tal razón, conozco personalmente todos los sacrificios de nuestros soldados, y he vivido en carne propia la tristeza y el dolor de la derrota, así como la euforia y regocijo del éxito en las operaciones. Algo muy terrible debe estar perturbando su mente, pues yo todavía no he salido de la grata sorpresa cuando escuche ese 2 de julio que había sido rescatada; no puedo imaginar, como usted quien fue la más beneficiada con esta operación, pretende pedirle a nuestra amada Colombia que le restituya en dinero, las consecuencias del mal de los malvados y de su arrogancia.


Quiero decirle también Señora, que soy docente en un claustro universitario, y tengo a mi cargo la formación de jóvenes y jovencitas que se educan para ser rehabilitadores de hombres y mujeres colombianos y extranjeros, que por algún motivo no pueden estar incluidos en una sociedad llena de gente buena, y también con gente como usted.


Me duele pensar que pretende sacar provecho económico de todos los colombianos que lloramos cuando la vimos flaca y demacrada en las últimas fotos tomadas en su penoso cautiverio... me indigna saber que se encuentra en vericuetos jurídicos contra quienes sacrificaron hasta sus vidas para traerla de vuelta a su familia, en vez de pensar quizá, en conseguir con sus múltiples conexiones internacionales los mismos recursos para esos niños que perdieron sus padres o madres, por su irresponsabilidad; o para las viudas o viudos víctimas de los malvados, o incluso para los abandonados y rechazados como consecuencia de los secuestros.
Señora, algo muy perverso ha maquinado usted en estos dos años en la civilización. Durante su secuestro, la alcanzamos a disculpar por su insolencia y arrogancia, al sobrepasar los límites de seguridad, arrojándose a un secuestro seguro. Señora, después de su glorioso rescate, dimos gracias a Dios porque por fin usted podría estar con sus niños, y agradecimos al creador la valentía de nuestros héroes.


Toda la vida me he sentido orgullosa de ser quien soy, toda la vida me he sentido muy orgullosa de las enseñanzas de mis padres y de las fuerzas militares, en donde me levanté. Toda la vida he tratado de ser una buena persona, de ser una buena hija y una buena madre, pero hoy más que nunca sé que me he conducido por el buen camino, y que he guiado a mis muchachos y a mis estudiantes por el sendero del bien, pues en ni en mi mente, ni en la mente de mis padres, ni en la mente de mis hijos y estudiantes ha estado, ni estará jamás hacer o presionar a alguien para que haga lo que usted ha hecho.


Dios ayude a sus hijitos para que olviden todo el dolor que les causo su arrogancia, y el dolor que les empezara a causar su ingratitud.


Cómo duele Señora que se pague tan mal a quien bien le ha servido…y lo peor Señora es que fue usted, por su ansia de poder, por su deseo de tener, quien ocasionó toda esta desgracia.


Sabe Señora? Fui la terapeuta de un paciente que fue el Policía Militar del Liborio Mejía, quien le rogo, e incluso impidió el paso para que usted no fuera secuestrada… lo curaba de una mano, que se lesionó después de prestar servicio militar, trabajando como albañil en una obra, pues no había más trabajo para él en el Caquetá, porque los empleadores temían represalias por contratar a un soldado retirado…cómo le serviría una ayuda de su parte para ingresar a un programa de empleo mejor remunerado, y más entonces, cuando se encontraba desempleado, sin seguro médico, ni dinero.


Doctora Ingrid cómo me da de lástima su actitud, la de su madre y hermana; sin embargo, Señora, como me enseñaron mis padres, quedo a su entera disposición por si algún día puedo ayudarla en algo, o a sus niños… sin embargo Señora, rezo para que nunca le vuelva a pasar lo que le sucedió, y para que su padre que debe estar en el cielo, la guie y la oriente desde allá con buen tino, como han hecho los míos conmigo.
Reciba usted un respetuoso saludo.



ANDREA URBINA TRUJILLO

CC 51.918.889 de Bogotá

(Hija de un héroe y madre de dos buenos ciudadanos colombianos)

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