La semana pasada llevé a cenar a unos amigos a un restaurante famoso y noté que el mesero que nos atendía llevaba una cuchara en el bolsillo de su camisa.
Lo tomé como algo casual, pero me sorprendió descubrir que todos los meseros llevaban una cuchara en sus bolsillos. Cuando el tipo regresó a tomar el pedido le pregunté:
- ¿Por qué la cuchara?
- Bueno... Los dueños del restaurante contrataron a la prestigiosa firma de consultoría Andersen Consulting, expertos en eficiencia, con el objeto de revisar todos nuestros procesos. Después de muchos meses de análisis estadísticos, ellos concluyeron que a los clientes se les caía la cuchara un 73,5% más frecuentemente que los otros cubiertos. Eso representa una frecuencia de caídas de tres cucharas por hora, por mesa. Si nuestro personal se prepara para cubrir esa contingencia, se reduce el número de viajes a la cocina y podemos ahorrar así 1,5 horas hombre por turno.
En el momento en que terminaba de explicarme, un sonido metálico se escuchó en la mesa de atrás. Rápidamente, el mesero reemplazó la cuchara caída por la que llevaba en el bolsillo.
De pronto observé que todos los meseros llevaban una cuerdita negra colgando de sus braguetas. Entonces le pregunté:
- Disculpe, pero ¿Por qué tiene usted una cuerda justo ahí ?
- La firma consultora encontró que nosotros también podíamos ahorrar tiempo al ir al baño.
- ¿Cómo es eso?
- Atando este hilo fino a la punta de... usted ya sabe, podemos sacarlo sobre el orinal sin tocarnos y de esa forma eliminar la necesidad de lavarnos las manos, acortando el tiempo gastado en el baño en un 82%.
- ¡Qué bien! Pero si la cuerdita ayuda a sacarlo, ¿cómo lo vuelve a meter en el pantalón?
- Bueno, yo no sé cómo hacen los otros, pero yo uso la cuchara.
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