miércoles, febrero 14, 2007

Cuarto pecado capital: Ira


Según el diccionario: sustantivo femenino, del latín ira. Cólera; enfado; indignación; rabia; deseo de venganza.

Para la Iglesia Católica: la ira no sólo perjudica a los demás, sino que puede volverse contra el que permite que las semillas del odio se instalen en su corazón, llevándolo normalmente al suicidio. Debemos comprender que el castigo, y la ejecución del mismo, pertenecen a Dios.
En el “Verba Seniorum” (La Palabra de los Antiguos): Cierto día, dos sabios que compartían una misma ermita en el desierto del Sahara conversaban de esta manera:
-Vamos a discutir para no apartarnos demasiado del ser humano. Si no, acabaremos no entiendo bien las pasiones que lo torturan- dijo uno de ellos.
-No sé cómo empezar una pelea.
-Pues vamos a hacer lo siguiente: yo pongo este ladrillo aquí en medio, y tú me dices: “Es mío”. Yo entonces responderé: “No, este ladrillo es mío”, y así comenzaremos a discutir y terminaremos enfadándonos.
Y así lo hicieron. Uno dijo que el ladrillo era suyo. El otro replicó que no.
-No vamos a discutir por esto. Quédate con el ladrillo- dijo el primero-.Tu idea para pelear no ha sido muy buena, que digamos. Cuando sabemos que tenemos un alma inmortal, es imposible discutir por meras cosas.

Según estudios científicos: Janice Williams estudió durante seis años a trece mil hombres y mujeres con edades comprendidas en los 45 y 65 años y, tomando el comportamiento como base, descubrió que las personas que se irritan intensamente, y con frecuencia, tienen tres veces más probabilidades de sufrir un infarto que aquellas otras que encaran las adversidades con mayor serenidad (Williams, 2000).
Esto sucede porque, cada vez que se siente rabia, el organismo libera una carga extra de adrenalina en la sangre. La alta concentración de adrenalina aumenta el número de pulsaciones por minuto a la vez que estrecha los vasos sanguíneos, aumentando, por consiguiente, la presión arterial. Además, la reincidencia puede generar dos problemas frecuentemente asociados al infarto: alteraciones del ritmo cardiaco y una súbita dilatación de las placas de grasa que pudiera haber en las arterias (Fuente: Ballone, G. J., La rabia y el odio, emociones negativas).
En la música popular brasileña: Pero mientras reste alguna fuerza en mi pecho, yo no quiero nada más / ¡Sólo venganza! ¡Venganza a los santos clamar!/ Como las piedras que ruedan por los caminos, rodarás / sin tener nunca un rincón propio donde poder descansar. (Lupicínio Rodrígues).

En palabras de William Blake: Yo estaba rabioso por algo que mi amigo hizo: lo comenté con él, y la rabia desapareció. Yo estaba rabioso por algo que mi enemigo había hecho: no lo comenté con él, y la rabia aumentó.

En el odio al extranjero (xenofobia): “Todos los países occidentales están llenos de musulmanes infiltrados. Algunos son capaces incluso de conversar amablemente con nosotros, mientras aguardan el momento más adecuado para asesinarnos. Dicen que los acontecimientos del 11 de septiembre (de 2001) sucedieron como consecuencia de un choque de civilizaciones, pero ése no es el caso. Tan sólo existe una civilización: la nuestra”. (Declaraciones de los dirigentes del Partido Danés del Pueblo –DPP – sembrando el odio y el neofascismo, cuyo crecimiento presencian Europa y el mundo entero sin terminar de tomar medidas serias).

Comentario del Tao Te King: Todas las armas son instrumentos del mal, no siendo, de manera alguna, instrumentos del príncipe sabio. Él las usa únicamente cuando la necesidad lo aprieta. La calma y el reposo son lo que él valora; la victoria por la fuerza de las armas le resulta indeseable.
Considerarla necesaria supone que el hombre disfruta con la matanza de otros seres humanos, y aquel que se complace con semejante matanza no podrá dirigir un imperio.
Cuando queramos debilitar a alguien, debemos antes fortalecerlo. Si pretendemos derrotarlo, tenemos antes que elevarlo. Si nuestra intención es despojarlo de todo, hemos de comenzar por ofrecerle regalos. Éste es el llamado sutil discernimiento.
Será de esta manera como los sumisos y los débiles conquistarán a los duros y a los fuertes.

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